miércoles, 18 de enero de 2017

APICULTOR POR UN DÍA.

Estamos en pleno invierno, nuestras amigas las abejas acostumbran a tranquilizarse, a estar menos activas. Digamos que el frío no es su mejor aliado

Hace mucho frío, no es aconsejable abrir las colmenas por debajo de 16 grados. Las  abejas generan un calor constante dentro de la colmena sobre unos 36 grados más o menos, da igual que fuera haga -10 grados o 40 grados, y el abrir una colmena es malo para ellas.

No obstante, la apicultura que hacemos en Les Colmenes de TATE, también en invierno despierta interés, y cuando alguna persona o alguna familia contacta con nosotros porque solo puede visitarnos en estos días, y en invierno no se abren las colmenas hay que dejar tranquilas a las abejas, intentamos no dejar pasar la oportunidad de que las familias conozcan la apicultura desde dentro de nuestro colmenar. 

Pues bien, durante las vacaciones de invierno nos llamaron varias familias para ver si podían ir a ver a las abejas y convertirse en apicultor por un día. Nosotros somos reacios como  hemos comentado, ya que la mejor época es a partir de abril-mayo, que es cuando ellas ya empiezan a estar a pleno rendimiento en el colmenar y por supuesto el verano que ya está a tope de trabajo.
Decidimos hacer una excepción con estas personas tan majas, así que los llevamos a que pudieran ver algo. Sinceramente poco pudimos ver del interior de la colmena, pero la experiencia de ver sus caras, la ilusión de ponerse los trajes de apicultor, la atención que prestaron a nuestra charla inicial sobre las abejas y su vida en la colmena y sobre todo las ganas de aprender y de saber sobre nuestro trabajo, no tienen precio.
Cuando llegamos al colmenar, no veíamos movimiento en las colmenas, aunque las abejas estaban en la piquera paseando sin dejar de controlar todo lo que pasaba fuera. Simplemente parecía que tomaban el sol.

Al cabo de un rato, cuando ya el sol empezaba a calentar, poco pero algo es algo, empezamos a ver como las más valientes salían y entraban en la colmena.  Pocas, os lo tengo que decir, pero las que se atrevían llegaban cargadas de polen. Polen de eucalipto, y aunque no está muy cerca del colmenar, las abejas como sabréis pueden recorrer entre 3 y 5 km alrededor de la colmena, así que cuando encuentran comida vuelven como tiros para la colmena y avisan al resto para que sepan dónde está la fuente de alimento. 
Todo ello lo hacen a través de lo que se denomina la danza de las abejas, las abejas pecoreadoras (así se llaman las abejas que salen a buscar alimento) llegan a la colmena y delante de la piquera (entrada a la colmena) hacen un baile para avisar al resto donde está el alimento. 

Ellas se orientan para buscar su comida en función de la distancia y dirección con respecto a la colmena. Según la comida esté más cerca o más lejos realizan una danza u otra. Más cerca realizan la danza en círculo, más lejos realizan la danza del ocho.
 
Esto y más es lo que hablamos con nuestros apicultores por un día, una experiencia entretenida donde aprenden a valorar a las abejas en la naturaleza.

Solo me queda darle las gracias a la familia de Yolanda y Javier que desde Tarragona nos visitaron, así como la visita de Manuel y Yoana que desde Avilés también pudieron acompañarnos. Vinieron todos ilusionados a ver las abejas.
Las dos familias nos han dicho que quieren repetir la experiencia de cara al verano y por supuesto apadrinar con nosotros una colmena. Les esperamos con los brazos abiertos para que puedan repetir esta experiencia única. 
Os dejamos nuestra página web para que nos conozcáis y veáis todo lo que ya hemos logrado gracias a nuestros padrinos/madrinas, www.lescolmenesdetate.com. Saludos tater@s¡¡

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