-Menos mal que no nos dio por
empezar a trabajar nada más volver del viaje.
-Si es que estas en todo Frida.
Bien, y hoy ¿qué hacemos?
-Buf, deja que me despierte que
todavía tengo la almohada pegada a las antenas…
Domingo por la mañana. Bien
temprano, y es que cuando tienes el cuerpo acostumbrado a madrugar, perder el
habito es muy difícil, sobremanera si te molesta madrugar. Perder el hábito es
la leche. Solo de pensar que tienes que despertarte sin quererlo, artificialmente…
Por eso Frida y León continúan
madrugando hasta en sus vacaciones, bueno Frida un poco menos, le gusta dormir.
Hoy es su último día de vacaciones. Mañana vuelve la rutina.
-¿Y si vamos hasta las hortensias?,
me han dicho que paran por allí unos pulgones, que por cuatro duros te dan
hasta las entrañas…
-No me digas eso, ¿chupar
pulgones el ultimo día? ¿De verdad eso es lo que más te apetece?
Silencio intenso, suspiro y
bostezo.
-¿Qué te parece si desayunamos en
el plaza y leemos con tranquilidad el periódico?
-Puede estar bien y si quieres
luego damos un paseo por el panal. A ver si vemos a la reina.
-¡Va! Yo lo de pasear no lo veo
Frida. No me gusta que me canso, además ya sabes que me duele la espalda al
poco rato… mejor dejamos lo del periódico para otro día, el domingo si eso.
-Vale León, ¡mira que eres perro!
Otro silencio, otro suspiro y
otro bostezo.
-¿Y si subimos al club de abejas
y vemos las nuevas instalaciones? Me han dicho que están ya inauguradas, salió
ayer en la TPA (Televisión para Abejas).
-Ya Frida, pero si subimos tu
querrás ir a la tasca de la casina, que está a la otra punta… Vale anda, es que
en el bar del centro los pinchos son malísimos. Han tenido que cambiar de
cocinero, porque si no, no se entiende.
-Venga, me ducho y nos vamos.
Frida, que es de ducha diaria, no
puede salir de casa con las antenas sucias o las patas sin lavar. León siempre
le dice que esa es una costumbre burguesa.
Mientras ella se lava, León pone
un rato la tele. Más que nada para que le haga compañía, pues ni la ve, ni
escucha lo que dicen. De hecho, que van a poner un domingo a las nueve de la
mañana, pues repeticiones o noticias. De hecho en este rato hablan de no se que
del club. Será la inauguración que decía Frida.
-Ya estoy lista, vamos.
-Claro, en un minuto me arreglo.
Eso es lo que tarda León en
ponerse lo que sea, y aún con esas, tiene que esperar por Frida.
El camino hasta el club es corto,
nada, un paseo. Pero cuando llegan a la garita que hay en la puerta, no hay
nadie.
No se ve a nadie por ningún lado…
que extraño.
Pasan al interior sin
identificarse y siguen sin encontrar a nadie… además está todo como…
desaliñado, como frío.
A medida que se acercan al grupo
de celdas principal, donde están los servicios generales y las oficinas, les va
resultando más y más extraño, hasta que de golpe desde atrás llega un grito.
-Oigan oigan, ¿A dónde van?.
Se giran las dos de un salto.
Frida da un paso atrás y León hacia adelante y responde con contundencia.
-¿A dónde crees tú?, pues
adentro.
-Pero, ¿no ven que está cerrado?.
No pueden pasar, no está permitido.
-¿Y eso?
-Eso no es cosa mía, el caso es
que no se puede pasar.
-¿Cómo que no? Nosotros somos
socios, ella desde que nació, y como socios tenemos todo el derecho.
-Si yo les comprendo, pero es que
no es posible, está cerrado por cuarentena.
-¿Cuarentena de qué?
-Ayer estuvieron los de la tele…
-¿Y qué? Que como estuvieron los
de la tele, ¿los socios no podemos entrar? Joder que chorrada, nosotros somos
socios y tiramos para adentro…
-Pues verán lo que hacen, pero el
caso es que el operador de cámara de la tele, había estado de viaje por fuera, en uno de
esos programas de abejas aventureras, ya saben los que les digo, ¿verdad? El
caso es que el tío vino cargadito de varroa, y hasta que no la eliminemos no
podemos dejar entrar a nadie, pero si ha salido en todos los medios… pero vamos
que si quieren pasar ustedes mismos, luego no les dejaremos salir y arreglado.
-Buf, quita, quita, nos vamos
corriendo para casa Frida.
-Tira tira León, que como en casa
en ningún lado.
Frida y León pasaron el resto del
día en casa, entre pelis y series, esperando. 42 días estuvo cerrado el club.
¡Puta varroa!